La colección de alta costura de Chanel mezcló lo clásico con toques atrevidos. Diseñada por el equipo interno de Chanel bajo la dirección creativa saliente de Virginie Viard, esta colección es su última contribución antes del esperado relevo de Matthieu Blazy .
La pasarela se desplegó en el Grand Palais de París, ambientada como un salón de alta costura silencioso, con alfombra blanca, cortinas beige y espejos: una evocación íntima de los salones históricos de la Rue Cambon.
La colección abrió con vestidos tipo túnica en tweed beige y capas con plumas y flecos, marcando un inicio elegante y teatral. Luego aparecieron trajes bordados con lentejuelas, botones dorados y ribetes, mientras la paleta evolucionaba del beige al dorado, negro, azul pastel y finalmente blanco y negro. Las botas altas de piel en tonos neutros fueron el elemento más inesperado, aportando contraste a las siluetas clásicas. En tejidos, se mezclaron materiales tradicionales como tweed y satén con toques modernos como cuellos de pelo, detalles metálicos y twin sets reinterpretados con un aire más relajado.
El desfile cerró con una versión moderna del traje de novia, precedida por un diseño en blanco y negro con plumas estratégicamente colocadas que simulaban lunares. Un juego visual elegante que mantuvo la línea sofisticada de toda la colección.